Alejandro de Humboldt, en palabras de Simón Bolívar, el descubridor científico del Nuevo Mundo, es una figura colosal, magnífica, avasallante. El incansable viajero, el genio enciclopédico, la magnitud de sus conocimientos, su curiosidad, su asombrosa energía, su habilidad social, incitan la admiración, la envidia, la perplejidad y el asombro. Pero, tal vez, Humboldt el explorador, el viajero, al final de sus días, sintió la sobrecogedora certeza de que su búsqueda no difería demasiado de la de San Simeón, el Estilita. 

El viaje al inframundo constituye el viaje con mayúsculas y la prueba de fuego para el héroe. Visitar el Más Allá y volver a la vida está reservado a pocos. En la tradición grecolatina, Heracles, Ulises, Orfeo, Eneas, entre otros, lo acometieron y mucho antes que ellos, Gilgamesh.
Así como cada héroe y el propósito de su búsqueda es diferente, igual de particular es su “infierno”. Abordaremos la peculiar conexión del héroe con su Inframundo. Cada viajero, dice Kavafis, lleva en sí su ciudad y sus monstruos.
La catábasis (descenso) o nekya (invocación) les permite a los elegidos contemplar y dialogar con las aterradoras sombras que, tras beber la sangre del animal sacrificado, se despliegan ante él y no a su espalda; revelándole no tanto, como cabría esperar, el futuro sino zonas del ser ocultas, cuando la experiencia trasciende el voyerismo o el combate y la aventura como mera exhibición de fuerza.

La atracción por la otredad –llámese lo exótico, lo ignoto, lo misterioso- ha sido constante del pensamiento y del arte occidentales desde tiempos remotos, y se expresa durante el siglo XIX a través del orientalismo, un movimiento ligado al romanticismo que busca en la cultura del Próximo y Medio Oriente colmar sus anhelos de aventura, sensualidad y erotismo que la sociedad burguesa pretendía reprimir. De Lord Byron a Chateaubriand, de Delacroix a Sir Robert Ker Porter, muchos han sido los viajeros que han contribuido a forjar una ficción de lo oriental, en tiempos en que la Campaña de Egipto de Bonaparte, la Guerra de Independencia de Grecia y las políticas colonialistas pusieron de actualidad las regiones orientales.
El enfoque de esta charla es el estudio de estas narraciones dentro del contexto eurocentrista, y de cómo contribuyen a construir una visión del Oriente a la medida de sus sueños y temores y a consolidar la hegemonía occidental.