¿PODEMOS (DEBEMOS) JUGAR A SER DIOSES?: LA ÉTICA Y EL DERECHO ANTE EL AVANCE DE LA CIENCIA Y LA TECNOLOGÍA

 La nueva sociedad hacia la que avanzamos por obra del ingente avance de la biología y la tecnología parece que pondrá en manos de todos y cada uno de nosotros el poder de configurar nuestra identidad y nuestro futuro e, incluso, los de nuestros hijos y, a partir de ahí, cada cual podrá emprender un camino que le lleve a ocupar, con sus propias decisiones, territorios antes confiados únicamente a la causalidad o la necesidad. Y ya no será ni la naturaleza ni la planificación sino la concurrencia de infinitas elecciones lo que nos dará la organización social del futuro, cambiando profundamente la evolución misma del género humano. No será un único poder, de un Dios lejano o un científico cercano, sino múltiples voluntades serán las que vengan a diseñar el mundo.

La gran pregunta ya no es qué podemos hacer, qué herramientas y posibilidades nos ofrece la tecnociencia para cambiar nuestro destino, sino qué queremos hacer, cuestión esencialmente democrática cuya solución corresponde a la comunidad política, y, sobre todo, qué debemos hacer, lo que otorga un papel sustancial en el debate a la ética y al derecho. Como dijera Mario Benedetti el problema está en que cuando pensábamos que teníamos las respuestas nos cambiaron las preguntas. Y es que avances como los de la edición genómica, que permitirá alterar las características del individuo desde su etapa embrionaria, nos exigen reflexionar sobre cuál es el futuro al que aspiramos y si debemos o no ponerle límites